Nunca fui de letras y no todos los números se me daban bien. Pero ahora he descubierto un refugio en cada una de esas vocales y consonantes. Letras que salen de algún rinconcito de mí que desconocía. Letras que forman palabras con tal poder que al escribirlas son medicina. Ahora la tinta no sólo mancha el papel, sino también mi piel. Ahora grito, lloro, río y amo a través de las palabras. Palabras que jamás se las llevará el viento.