Descripción

Lo que importa en este libro de Néstor Rojas, Premio Nacional de Poesía (Venezuela), es la seguridad de que el tiempo es una presencia inevitable que nos envejece, nos roe, seca y mutila. Al final señala la caída. Para el poeta no existe forma de evadirse de esa otra vida, la muerte, que continúa en otra manera de existir. Desde que nacemos con nosotros adviene la existencia de la muerte que nos va acabando mientras danzamos en la vida. Nos mueve y se construye su propio territorio. La voz poética encontrada en este libro se entrecruza con la de Omar Khayyam, sin embargo, mientras éste encuentra la sutil sensualidad en el vino y los dones del recuerdo, Rojas borra toda huella y todo recuerdo hasta reducirlo al polvo del tiempo. Podríamos afirmar que este libro es, junto con Transfiguraciones (1988), Sepia (1992), Ocre (1994), Diario de El Fulmar (1993), Los trabajos del tiempo (1996); Hexagramas del vértigo (2003) y En Trance de mudanza (2008), la continuidad de un hacer poético de amplias expresiones simbólicas que lleva más cuatro décadas. Todos sus libros son desprendimientos de una sola y única voz que habla en tono mayor y construye mundos a un yo poético que va desfilando con sus infinitas máscaras.
Juan Guerrero